Iremos a gastar unas cuantas noches más. Tú. Y tú. Donde sea. En un tejado. Con un cigarro y un café, a las 3:36 a.m. Te dejaste la cafetera encendida. Da igual.
Da igual. Las noches no se gastan. Se recuperan. No tienes mejor compañía que la de hoy. Lo bohemio lo inventaste tú. Y no te preocupes, por mucha gente que haya en este mundo, nadie lo entiende tanto como tú. Tienes la patente, amigo.
Te calificarán de desquiciada, loca, perdida y hundida. No hagas caso. Eres lo mejor que tengo. Lo mejor que tengo.
Cuando decidas aparcarte, llámame. No gastes noches. Recupéralas. Es lo mejor que hay. No dudes.
Es lo mejor que hay. La mañana de mañana estaré junto a ti. Es lo mejor que puedo hacer.
Y junto a ti, no me preocupa nada. Mañana empiezas a vivir, da igual.
Las farolas aún siguen encendidas. Y qué más da. Estás haciendo de este momento, el mejor momento que vas a tener nunca. Atiende.
Apagan el monumento que tienes delante. Y no eres capaz de seguir mirándolo sin poder escribir, al menos, tres lineas más sobre esto. Vive.
Momentos que se quedarán dentro de ti, lo que queda de mi. Mañana. A partir de hoy sabrás quién eres. O al menos sé que lo vas a intentar.
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