martes, 7 de octubre de 2014

La evolución de una auténtica pasión

Llegó un momento en el que la fotografía empezó a formar parte de mí. Por el simple hecho de captar momentos que algún día se perdieran, se me olvidaran. Mi madre siempre me decía, “hija no hagas más fotos y guarda este momento en tu memoria, eso es lo que de verdad va a durar siempre”, pero se puede discutir. Hay personas que como yo que no son capaces de retener en la memoria todo lo bueno que les ocurre, o bien porque son personas que viven la vida intensamente, sin parar de hacer cosas que merecería la pena recordar, haciendo así imposible archivar todos estos momentos, o bien por el simple hecho de tener mala memoria. Entre estas dos posibilidades yo me incluyo tanto en la primera como en la segunda.
Por eso desde pequeña, siempre me gustaba que, cuando íbamos a un sitio de excursión o de viaje me compraran una cámara Kodak desechable, de las que tenían número limitado de fotografías para captar todo lo que me llamaba la atención, o lo que nunca quería olvidar. En estos momentos siempre recordaré cuánto me podían durar las cinco últimas fotos del carrete, pues era una difícil decisión fotografiar los cinco últimos momentos que más me gustaran, y más si el viaje o la excursión se extendían más de un día.
A medida que las tecnologías iban avanzando, salieron al mercado cámaras digitales. Esto para mí fue la felicidad plena. Nunca antes había tenido un aparato con el que poder hacer fotos de forma ilimitada. El número de fotografías aumentó considerablemente en mi casa. En las excursiones era yo la encargada de tomar fotos y luego pasarlas a las demás. Ya en el colegio empecé a coger fama de la fotógrafa oficial del curso, y cada vez que había algún evento que necesitaran después publicarlo o subirlo a la página web me llamaban, me sacaban de clase y me llevaban a fotografiarlo. A decir verdad esto me encantaba. Tal era mi entusiasmo con el tema de la fotografía que mis padres decidieron regalarme una Reflex Canon. Este regalo abrió mi mundo por completo. No solo hacía muchas fotos, sino que la mayoría de ellas eran, como mi padre las llama, de “arte y ensayo”. Me gustaba fotografiar  paisajes, hacer contrastes de color, distintos enfoques, jugar con las sombras… en definitiva, me hice una friki de las fotos.
   
Lo primero que fotografié al recibir este regalo fue mi lugar favorito, el cortijo de mi abuelo, un sitio que siempre he temido que desapareciera, que algún día vendieran y yo no volviera a estar en él, que un día se quemara o que sencillamente, algo de lo que había allí dejara de estar como siempre había estado. Entonces tomé fotos de los tejados, de las farolas, de algunos árboles, de paisajes, y de mi perra India

En este post os dejo algunas fotos de mis mejores recuerdos de este lugar, tomadas en una tarde de invierno.
                                 
                                  
                                 
                                 
                                 
                                 



jueves, 11 de septiembre de 2014

Recién llegada a Fcom...

A penas son dos semanas las que llevo viviendo en Pamplona y ya me siento como una ciudadana que lleva aquí años. Y no digo que los tres primeros días no me costara adaptarme a mi nueva vivienda, un estupendo colegio mayor a las afueras de la ciudad, a mis nuevos estudios y lo que ello conlleva, profesores, asignaturas, compañeros, aulas y demás. No solo no me ha costado acostumbrarme a este cambio de vida que he tenido en tan poco tiempo y que parecía que nunca  iba a llegar, sino que lo he hecho maravillada. Todos los cambios que he tenido han sido favorables. En este poco tiempo he aprendido a buscarme la vida, a ser un poco más independiente, a ser incluso más ahorradora y a abrirme mucho más con personas que antes ni se me pasaba por la cabeza que podía tener como compañeros de clase o incluso como amigos fuera de las aulas.
El hecho de pensar en que tengo que estar lejos de mi entorno conocido ahora durante cuatro años, quizá me aturde un poco, por aquello de no tener las facilidades que antes tenía, de tener mi casa con unos padres que me ayudaban en todo lo que podían y yo les pedía, y con esto no digo que ahora no lo hagan, porque sin ellos no estaría aquí ahora mismo, pero no los tengo tan cerca como antes. Si ahora necesito algo de urgencia depende de mí el que lo consiga y a veces pongo en duda mi propia capacidad resolutiva. Este aspecto es positivo en la mayoría de los sentidos. Estas situaciones son las que hacen espabilar y hacen madurar, te hacen ser adulto y poder conseguir las cosas por uno mismo, valorándolas mucho más.
Estoy aquí porque el estudiar periodismo siempre ha sido mi sueño, y que mejor que hacerlo en un lugar que me garantiza una preparación como ningún otro lugar, que me permite conocer de gente tan distinta y formarme profesional y personalmente.
Doy las gracias por ello a todos los que van a hacer posible esta experiencia.