Llega un momento en tu vida en el que no entiendes porque los cambios te siguen castigando, con el pretexto de que debes aprender. Aprender a sufrir, a vivir, a amar, a dejar de amar. En definitiva, aprender a equivocarse. Para poder llegar a hacer las cosas bien (o a parecer que lo haces)dentro de un tiempo.
Una de las enseñanzas más repetida a lo largo de mi vida ha sido la necesidad de ser paciente. A mi madre no le queda saliva, y a mi conciencia tampoco.
¿Todo llega? Sí, lo hace. Quizá no lo haga como queremos, quizá lo que llega sea paz, la paz reconfortante de no haberte dado por vencido, y que sin embargo, satisface esa necesidad tan esperada.
Esperar, qué mito. Disfrutar cada minuto, qué gran reto. Es entonces en ese momento de desesperación mental, cuando buscas refugio en recuerdos, en el "qué hubiese pasado".
Miradas cómplices, furtivas, momentos seguros, infinitos. El ser plenamente consciente de que, en esa imperfección, tú tienes un hueco que vale más que cualquier cosa de vital presencia en ese instante. Esa sensación inexplicable de formar parte de algo que ni tú entiendes. Eso es lo especial, lo necesario.
Dentro de esa estabilidad que sostienes tú, y por las ganas inconscientes de riesgo, algo falla, y te toca esperar. Es ahí cuando tu mente te repite cada 30 segundos lo que llevas años procurando interiorizar: todo llega, todo pasa.
Entra en juego una balanza, de seguridad personal, de autoconvencimiento, de rabia y de retroceder por miedo a ser agredido, un cóctel de esperanza. Difícil de gestionar, pero coordinado por letras de canciones que te ayudan a conseguir lo que necesitas cada 30 segundos.
Sueños suspendidos en el aire, sueños que sigues teniendo y que no vas a abandonar hasta que no sea obligatorio. Y seguro que, aún así, te seguirán taladrando cuando ellos consideren que deben hacerlo.
Y tú, mientras todo este proceso está funcionando en ti, buscas desesperadamente salir y entrar en ese círculo que se ha formado fuera de tu control. A veces lo conseguirás, y otras no. Y llegará el momento en el que la importancia emocional que tenga para ti será ínfima. Entonces será un sueño cumplido.
Un beso, solo eso. Mucho más que lo que encierra la palabra, mucho más de lo que yo puedo pedir.
"Y volar y soñar, pero contigo" - Lupas.
L.
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