Vuelvo a escribir. Después de abandonar mi pasión durante el tiempo que consideré oportuno, aquí estoy de nuevo.
Hoy merecen mi tiempo una de las grandes frustraciones de un comunicador; la imposibilidad o la dificultad de poder expresar todo lo que uno querría. Los momentos clave de nuestro día, un segundo al cruzar una calle, una mirada, una rara coincidencia, cada vez que percibimos una señal, que en el fondo sabemos qué significa, pero no controlamos la manera de darla a conocer a los demás.
Es una situación, que si eres persona, sabes a lo que me estoy refiriendo.
Una bonita canción, una canción que evoca el pasado, que hace recordar momentos significativos ya vividos. Eso quiero transmitir. Una serie de pensamientos abstractos, microcuentos que harán reflexionar. Aunque de cuento tienen poco.
Viernes 2 de octubre, 23:58...
No van lejos los de a delante, si los de atrás se van. 14:00 p.m. Seguramente no sería esa hora exacta. Mi madre y yo no solemos ser muy puntuales. Montadas en el coche, a punto de salir de viaje de vuelta, mientras mi cubano entonaba en el altavoz del Honda CRV. El verano se había acabado, y con él, todos los momentos irrepetibles de ese año, un año distinto, un año con mucho que contar. Un capitulo cerrado con lagrimas. Inspiración de Polo, que aunque sus palabras ayudaban a levantarte, el ritmo hacía que te hundieras más.
Ya estaba oscureciendo. A punto de comenzar el invierno. La vestimenta me hacía sentir arropada. Mi cabeza estaba en otro mundo. Cual podía haber sido mi error. Porqué no había ido bien. Porqué a la primera fallé, cuando en teoría era lógico. Muy lógico. Una historia que se prolongará. Un cuento que merecerá ser contado. Penas en un portal.
Comenzó una tarde en Sevilla. Un lugar importante para mí, un lugar en el que, a pesar de no haber pasado mucho tiempo de mi vida, se han concentrado demasiados momentos intensos, demasiadas buenas vibraciones, demasiados sentimientos. Allí estaba. Entrando a casa. Con un simple cruce de miradas me bastó para saber quien era, y quien iba a ser. Cierto es que las personas normalmente nos equivocamos. Y yo me equivoqué.
Aún intento pensar qué comenzó esa tarde.
Un domingo cualquiera. Uno más en mi vida en el que, acompañada de mi maleta, abrigada hasta las cejas y escuchando a Celine desde mi ipod de primera generación me iba a casa, haciendo recuento, como ahora, de cada vivencia, de cada fallo, de cada estrategia que aplicar. Una vida complicada, pero productiva. Allá iba yo, dispuesta a seguir con lo que me echaran.
Desde aquel año que se me ocurrió decir en agosto ''en nada llega la Navidad'', cada vez el otoño es más corto. El momento de tumbarme y pensar, parece que fue ayer, parece que vuelve a mi como si nada, pero siempre sin ser nada. Está y estará. Espero que esta Navidad marque un antes y un después. Pero en realidad nunca lo hizo. Y ahora estoy segura de que nunca lo hará. Estará ahí pase lo que pase. Desgracia que cada Navidad me recuerda. Dulce tormento.
Mierda. El modo aleatorio ha hecho de las suyas. Una canción demasiado reciente en mi vida como para tener que contar con exactitud lo que me provoca. Un sueño, un sueño demasiado imposible. Pero oye, ahí esta. Continuará...
Un vaso de plástico. Un líquido treméndamente malo, y caro. Unos prefieren las ''litros'', otros preferimos gastarnos un poco más de nuestra paga. Aunque no se ni para qué. La playa, mi compañía. Es demasiado. No hacen falta más de cinco líneas para explicarlo, y ya estoy empezando la quinta...
Siempre me hizo imaginar un cuarto. Un cuarto con techos muy altos, con cortinas de gasa, a una hora matinal. Cuando el sol caía desde lo mas alto de la ventana de ese lugar. Atravesando los rayos la tela que intentaba evitar su paso a la estancia. Ahora que estoy escribiendo, me doy cuenta que es tal cual lo que Mikel Erentxun quiere decirme. Un lugar inhabitado. Tremendamente solo.
Qué felices éramos. Tú no te acuerdas. Ni si quiera aún existes en mi vida. Ni si quiera sé si existes en algún otro lugar. Pero seguro que lo recuerdas. Estábamos en esa casa. Esa casa que siempre se quedará en mi corazón. Era una pasada. De pensar lo que me gustaba estar allí, me entran escalofríos. ¿No lo recuerdas?, ojalá pudiéramos volver.
Décima y última...
Este grande me dice que ya es hora de terminar el escrito.
''Habrá que conformarse con un cuadro en la pared, pero así es la vida''.
LPR -.
Precioso
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