Un día una amiga me dijo: “Las amistades son pasajeras,
dependen del momento, de cada situación”. Esto me hizo reflexionar. Es cierto
que la sociedad tiene bastante asumido que es necesario un mejor amigo o amiga
en la vida, que siempre hay alguien que nunca te fallará, que estará ahí pase
lo que pase; pensemos un momento en el sentido de lo eterno. Esto es algo con
lo que normalmente solemos tropezar.
Analizando estas palabras, es cierto que todos tenemos
alguien especial en nuestra vida. Una persona que ocupa nuestra mente en los
momentos clave del día, a la que llamarías si ocurriera cualquier anécdota
digna de contar. Y si alguno de los que está aquí no la tiene que me corrija.
Pero, también es cierto que la vida no es homogénea, es decir, es totalmente
cambiante. Hay muy pocas cosas que se mantengan estables en nuestro día a día,
y qué decir en largas temporadas.
Normalmente todo cambia de un año para otro: Cambiamos la
forma de pensar, cambiamos de aires, cambiamos de vivienda, y por consecuencia,
cambian las personas que tenemos a nuestro alrededor. Es ley de vida, que en un
momento u otro acabemos dejando atrás el entorno que, hasta el momento, ha sido
con el que nos hemos identificado. Amistades y amores se quedan atrás. Es el
resultado de un distanciamiento corporal, que normalmente es acompañado por el
intelectual, es decir, una perdida sucesiva del contacto. Si se puede decir que
la familia es de lo poco que permanece constante, pues los lazos son naturales
y no elegidos. Aunque quede forzado el decirlo, ni aunque quisiéramos, dejarían
de ocupar el papel que tienen en cada vida.
Dejando la familia a un lado y centrándonos en el tema del
distanciamiento, no necesariamente la distancia se produce por un tema de
lejanía entre dos lugares. Dos personas pueden estar más unidas cuando están
lejos que cuando viven en un mismo lugar. Con esto quiero decir que la distancia, a veces, puede unir a las
personas, haciendo que se valore más el hecho de tener a alguien cuando estamos
lejos que cuando lo tenemos más cerca
.
¿Quién no ha oído nunca la frase "uno no sabe lo que
tiene hasta que lo pierde"?, pues bien, a veces la distancia une, sí, pero
la mayoría de veces aleja. Esto no quiere decir que una de las dos personas que
componen una relación sea débil, o no sea capaz de soportar el espacio
material; la propia inercia de la vida hace que esto ocurra. Y en estas
situaciones es cuando realmente valoramos lo que antes teníamos delante.
La distancia entre dos puntos hace que uno valore lo que
tiene, y se replantee lo que tenía. Hace que nos demos cuenta del interés
que muestran las personas que teníamos antes cerca en esta nueva situación por
continuar como antes, enfrentándose ellas mismas a una especie de
"autojuicio" en el momento en el que deciden mantener un contacto
directo con los que estamos lejos o dejar de mantenerlo.
Este es un aspecto positivo. Valoremos, pues, los que
estamos lejos de nuestro lugar esta situación que estamos viviendo. Asumamos,
que nuestro lugar ya no es el de antes,
que tenemos que decidir a quién prestar
más atención y quien merece nuestras penas. Tenemos que abrir la mente,
quitarnos la boina, y tender nuestra perspectiva de la vida a nuevas
concepciones. Con esto no quiero decir que dejemos de lado lo que antes
teníamos, pero tampoco nos puede condicionarnos el futuro.
La distancia no es
una manera de limitar nuestras posibilidades, o de acabar con nuestra forma de
vivir anterior. Es una prueba que la vida pone, más bien una oportunidad que se
nos da para que podamos poner en una balanza todo aquello que antes nos
importaba y probablemente ahora nos importe, en un lado, y en el otro, lo que nos está empezando a
importar ahora. La balanza la sujetamos nosotros mismos, junto a un reloj. El
peso de cada lado de la balanza no solo depende del valor o importancia que tenga cada extremo, sino el tiempo y el
esfuerzo que le queramos dedicar a cada lado, y del interés que cada extremo
ponga por llegar al suelo.
La distancia no es un problema, es una ocasión, y tú decides
que es lo que quieres mantener y que vas a dejar atrás.
Pero una cosa está clara, el tiempo no es eterno, y hay que
saber decidir por orden de importancia a quien queremos dedicarlo.